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14 septiembre, 2025

La vida rota de una soldadita en una organización de drogas a la que mataron con saña y ocultaron en una bolsa

En la periferia oeste de Rosario, un enorme mural de San La Muerte desborda de potencia simbólica entre un caserío olvidado de barrio Gráfico donde las torturas, desapariciones y cadáveres descartados como basura son horrores cotidianos. Cerca del cartel, en una casa usada como puesto de drogas asesinaron el verano de 2024 a una chica de 27 años. Pobre, vulnerable y madre de tres hijos, Susana Haydée Mena era el último eslabón de una violenta banda de narcomenudeo organizada desde la cárcel. Sabía que iban a matarla. Encontraron su cuerpo en una bolsa de arpillera.

Algunos retazos de la vida rota de esta mujer están reflejados en el legajo por su asesinato, que días atrás sumó otro acusado. Lucas Uriel Saban, quien era su jefe en la precaria pero cruenta organización de venta, fue imputado en el Centro de Justicia Penal como uno de los que cometieron el crimen. Para el fiscal Alejandro Ferlazzo, junto al ya imputado Nahuel Romero ataron los pies de la chica, la golpearon y la estrangularon con un cable para dejar un mensaje ejemplificador. El crimen fue filmado y el video circuló entre sus conocidos.

El informe sobre femicidios que presentó este jueves la organización civil Mumalá consigna que 128 mujeres fueron asesinadas en la provincia con prácticas del mundo narco en los últimos cinco años. Susana Mena era una de ellas. Tenía problemas de consumo y en su entorno creen que la mataron para saldar una deuda. La hallaron el 11 de enero de 2024 dentro de una bolsa de arpillera de la que sólo asomaba su cabeza.

La chica realizaba trabajos de limpieza y venta de drogas a pequeña escala en esa casa de Magaldi al 8800 que había sido usurpada para usarla como búnker. En el barrio la solían ver cirujeando cartones, maderas y latas en un carro con sus chicos a cuestas. “Era una buena madre, los chicos siempre iban con ella. Los llevaba al dispensario y los vacunaba, los hacía ver por el médico”, la recordaron ante este diario sus vecinos, que a veces ayudaban con ropa o comida a esta chica “flaquita, morochita” y tan menuda que “parecía una nena de 15 años”.

Bajo amenaza

Para el fiscal, el crimen ocurrió en un contexto de violencia de género dentro de una organización criminal violenta y controlada por varones. En una situación de vulnerabilidad física, psíquica y económica, Susana se encontraba ante ellos “sin ningún tipo de decisión y supeditada a la amenaza permanente. La forma en la que es descartada permite asegurar que fue elegida por su condición de mujer”, indicó al encuadrar el caso como femicidio.

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Por todo esto imputó a Saban como autor de un asesinato triplemente agravado por la violencia de género, el ensañamiento y la alevosía, lo que prevé pena perpetua. También fue acusado por un ataque a golpes que había sufrido la chica tres meses meses. El juez Hernán Posta ordenó su arresto preventivo por dos años, aunque el joven ya estaba estaba preso desde enero del año pasado por balear un comercio con fines extorsivos. A los tres meses fue acusado como coautor del doble crimen de Francisco Clementino “Negro” García y Carina Soledad Ferreyra, ambos de 23 años.

La pareja había sido amenazada para que dejaran la humilde casa de Magaldi al 8700 donde vivían. El 21 de noviembre de 2023 irrumpieron allí dos hombres, uno con una pistola 9 milímetros y otro con una escopeta. Les dispararon a los dos, que murieron baleados en el pecho y el abdomen. La precaria casa fue usurpada para la venta de drogas.

La banda de Brezik

“Este pibito Lucas no era del barrio, apareció un día y después se fue agrandando, agarrando poder. La policía nunca los va a agarrar a ellos, arreglan siempre con la 22ª”. De esa manera describieron los vecinos de barrio Gráfico al ahora acusado, un muchacho “morochito y flaco que andaba en un Renault 9 bordó”. Según la investigación, actuaba a órdenes del preso Jonatan “Gordo” Brezik. Se trata de un hermano de crianza del líder de Los Monos, Máximo Ariel “Guille” Cantero condenado por narcotráfico y detenido en la cárcel de Resistencia, Chaco.

En noviembre pasado Brezik fue imputado por dirigir una organización de venta de drogas en barrio Gráfico junto a otras cinco personas. Entre ellas Nahuel Romero, el otro acusado por el crimen de Mena. “Toda la gente del barrio anda diciendo que fue él quien la mató”, lo apuntaron a Romero testigos que ese día lo vieron transportar una bolsa como la usada para esconder el cuerpo.

La muerte de Susana no sólo fue parte de una sórdida trama en un sector del barrio de profunda vulnerabilidad social conocido como Fantasma, situado a 500 metros de la cancha de hockey del Jockey Club, sino que parece haber seguido el mismo patrón que el de otras mujeres asesinadas en contexto narco: jóvenes, consumidoras, violentadas y amenazadas, la mayoría con hijos a cargo. Susana era amiga de Marilina Villalba, una vendedora de drogas que está desaparecida desde noviembre de 2023. Meses antes había sobrevivido a un ataque y se sospecha que fue asesinada por la misma banda.

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Susana no solía hablar sobre sus actividades, pero en su entorno sabían que vivía amenazada. “Era otra persona cuando consumía”, contaron. Creen que vendía droga porque no tenía plata para comprarla. A veces desaparecía de un día para el otro o se iba de noche sin anunciar su regreso: “Ella trabajaba para ellos. Era una soldadita”.

Unas changas de limpieza

“La iban a buscar a la tarde noche y aparecía a los dos días. Decía que a eso no lo podía dejar porque la habían amenazado con los chicos y si dejaba de trabajar les iba a pasar algo”, contaron sus conocidos. Otro testimonio apuntó que “ella vendía con un tal Gordo Nahuel. Los comentarios son que el Gordo Nahuel la mató a Susana. Lucas andaba caminando por ahí controlando todo, enfierrado. Todos los del barrio venden para Lucas. Nadie mueve un dedo si no lo ordena Lucas o el Jony que está en el Chaco”.

La mañana del miércoles 10 de enero de 2024 Susana dejó a sus tres hijos de 2 a 10 años al cuidado de un familiar. Dijo que necesitaba hacer unas changas de limpieza. A la hora volvió y se llevó a los chicos para bañarlos. Los regresó al mediodía. La vieron entrar a una casa usurpada de Benteveo y Magaldi de donde no volvió a salir. Al día siguiente la encontraron allí sin vida. La casa estaba registrada en una investigación del fiscal federal Matías Scilabra como un domicilio ligado a una banda de venta de drogas en los barrios Gráfico y La Chanchería.

Tres meses antes de ese final, el 19 de octubre de 2023, Susana llegó corriendo desesperada al centro de salud 48, de Magaldi y Nochetto. Dijo que la perseguían para matarla. Al personal de salud, que la recuerda por su voz suave y su personalidad extrovertida, le confió había tenido “problemas con los que manejan el búnker”. Pero al llegar la policía dijo que se la habían acorralado dos hombres en moto.

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“El acompañante baja, me da una patada en la cara, me tira al piso y me empieza a patear por todos lados hasta que pude escapar”, dijo, sin describir a los atacantes ni impulsar causa penal por las lesiones. En su entorno contó que la golpiza había sido dentro de un búnker y que no llegaron a matarla porque logró escapar por una ventana. Luego circularon comentarios: que la habían atacado por “robó una balanza y culpó a una de sus compañeras” y que “el que la cagó a palos fue Lucas porque estaba hablando al pedo de él”.

“La voy a encontrar”

Dos días antes del crimen la corrieron a tiros. La chica llegó temblando de miedo a la casa de un pariente y se encerró en el baño. Saban, un muchacho que “siempre tenía una picana en el bolsillo”, la persiguió hasta la puerta. “Quédense tranquilos que ya la voy a encontrar”, gritó.

“La mataron porque tomaba mucha cocaína y robó mercadería donde ellos la tenían escondida”, contó un testigo reservado que describió la filmación del crimen: “Había un video circulando de cómo mataron a Susana. Nunca lo tuve, pero lo vi. Nahuel le pegaba a Susana y Lucas filmaba”. Otra persona mencionó un video “donde está todo grabado. Le estaban cortando la nariz a una mujer con un alicate y le decían «vas a pagar, vas a seguir tomando sin pagar”. Le cortaban la nariz y ella sangraba”.

A la chica la encontraron muerta de manera casual policías que pasaron frente a la casa usurpada y advirtieron que Romero, a verlos, se iba corriendo por la parte trasera de la vivienda. A metros del cartel de San La Muerte al que el cuerpo de Susana pareció ser rendido como una ofrenda.

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