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1 mayo, 2025

Día de los Trabajadores: un acto sindical con fuerte contenido histórico

Como aquel 1º de mayo de 1890, organizaciones sindicales y sociales conmemorarán el Día Internacional de los Trabajadores en la Plaza López. Fue allí donde se realizó el acto en la ciudad cuando se rindió homenaje por primera vez en todo el mundo a los mártires de Chicago.

Este jueves a las 9.30 se congregarán en la plaza López gremios como Amsafé y ATE Rosario, los aceiteros del Soear, Coad, Somu, UOM, Siprus, la CCC y el Movimiento Evita, entre otros. Allí se descubrirá una placa y luego habrá una marcha hasta la Bolsa de Comercio. Poco después, a las 12, en San Lorenzo y Dorrego, la Asociación de Trabajadores del Estado realiza el festival “Todos adentro”, con la lucha contra los despidos como consigna principal.

El 1º de mayo fue proclamado como jornada internacional de lucha de la clase obrera durante un congreso obrero realizado en París en julio de 1889, al que asistieron delegados de 20 países, entre ellos Argentina. La fecha recuerda la huelga lanzada el 1º de mayo de 1886 en Chicago, en reclamo de la jornada de ocho horas, la posterior represión y la ejecución de los principales dirigentes obreros. Rosario fue una de las ciudades en las que se realizó por primera vez la conmemoración.

En 1997, la entonces Mesa de Enlace Gremial, conformada por la CTA y el MTA realizaron un acto en el lugar original y pusieron la primera placa conmemorativa.

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El primer día

Recuerda el historiador Leónidas Ceruti, que la plaza López fue el lugar elegido para la concentración. En su libro “Historia del 1º de mayo en Rosario 1890-2000”, escribió que desde las 11 hs los manifestantes se fueron acercando portando carteles “negros con letras rojas”, uno de ellos con esta inscripción “1º de Mayo de 1890–Fraternidad Obrera Universal”.

La columna de 1.000 manifestantes partió “custodiada por seis bomberos a caballo con sus flamantes Rémington”, y debió cambiar el recorrido original debido a la lluvia y lo hizo “por la calle Comercio (Laprida) hasta Mendoza, luego tomaron por la calle Buenos Aires y desde allí hasta la plaza 25 de Mayo, cuyos contornos recorrieron siguiendo por Córdoba, San Martín, San Luís, Entre Ríos, hasta Urquiza”, y se congregaron en la Quinta Hutteiman (que era usada por los circos que visitaban la ciudad).

En el acto, hablaron Domingo Lodi, Juan Ibaldi, Guillermo Schutlze, Alfonso Jullen, Rafael Torrent, Paulino Pallas, y Virginia Bolten. Las crónicas periodísticas destacaron que “Los oradores se expresaron en varios idiomas, y la responsabilidad y el buen criterio de los mismos llamando al orden y la moderación permitieron que el acto transcurra en un ambiente pacífico. Rafael Torrent dijo “Siendo la Argentina un país democrático por excelencia, debe apoyar el progreso y el desarrollo de cuanto tienda al mejoramiento de la clase obrera, y que debía solicitarse a los representantes de la Patria, la sanción de los acuerdos del Congreso Obrero de París”.

La activista Teresa Marchisio leyó las resoluciones del Congreso Obrero de París. Posteriormente, la columna se dirigió al café “La Bastilla”, para celebrar y brindar por el acontecimiento. La Capital, recuerda Ceruti en su libro, editorializó sobre lo acontecido: “El día de ayer era el elegido por los obreros de todos los países para hacer una manifestación internacional. Este bello ejército que defiende el bello ideal de la democracia sublevándola contra el antiguo y feudal orden de cosas, conseguirá a fuerza de la lucha pacífica y perseverancia, el triunfo de su causa, cimentando las bases de una nueva era de paz y prosperidad”.

En Argentina se realizaron tres actos más en ese día, en Buenos Aires, Chivilcoy y Bahía Blanca. “Era la primera vez que en los lugares más diversos del mundo al unísono se sucedieron paros, huelgas generales, y marchas”, escribió el historiador.

Las ocho horas

La lucha por las ocho horas de trabajo fue el antecedente de aquellos años. “EEUU y Europa en su desarrollo industrial sometían a las masas trabajadoras a jornadas de 14 a 16 horas, bajos salarios, y pésimas condiciones de trabajo”, recordó. Por eso, para evitar “la degradación física, moral e intelectual del proletariado, por eso levantaron como consigna Ocho horas de trabajo, ocho horas de esparcimiento y estudio, ocho horas de descanso”.

En Rosario, hacia la última década del siglo XIX, en Rosario existían distintos agrupamientos gremiales, mutuales, que estaban integradas por ladrilleros, ebanistas, estibadores, alpargateros, mosaistas, talabarteros, panaderos, albañiles, pintores, carpinteros, sastres, fideeros, constructores de carruajes, marmolistas, cocheros.

Anarquistas y socialistas se reunían en el café “La Vieja Bastilla” o “La Bastilla” en calle Rioja entre Libertad (Sarmiento) y Progreso (Mitre), en donde funcionaba la Asamblea de Internacionalistas, integrada por franceses, italianos, alemanes, austriacos y españoles.

Cuenta Ceruti que concurrían entre otros Rómulo Ovidi, Virginia Bolten, Francisco Berri, Domingo Lodi, Juan Ibaldi, Guillermo Schutlze, Alfonso Jullen, Rafael Torrent, Teresa Marchisio, María Calvia, Paulino Pallas. La policía que vigilaba a quienes asistían a las tertulias, en uno de sus informes advirtió al gobierno provincial que: “se habían incrementado las reuniones de unos gringos extravagantes que usan corbata negra, moño volado y lucen frondosos bigotes”.

El día previo al gran acto fue detenida Virginia Bolten por distribuir el Manifiesto del Comité Internacional de Buenos Aires, y el sumario policial destacó que había sido “demorada” por distribuir propaganda anarquista entre los trabajadores de la Refinería Argentina, atentando contra el orden social existente. “El gobernador dio instrucciones de no molestar a los obreros”, recordó el historiador.

Los dirigentes de los sindicatos que participarán del acto del jueves realizaron una conferencia de prensa, en la que adelantaron las características que tendrá la concentración y posterior marcha a la Bolsa de Comercio de Rosario.

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Ceruti estacó que “a la luz de los avasallamientos sobre los derechos laborales que la clase obrera conquistó, cobra en la actualidad el canto que entonaban hace más de cien años los obreros rosarinos”. Se trata de “La canción de las ocho horas”, que reclamaban el tiempo libre que no tenían: “Ni una hora para pensar/ Queremos sentir el calor del sol/Queremos oler las flores/Estamos seguros que Dios así lo quiere/ Y vamos a conseguir las ocho horas/ Ocho horas para lo que se nos dé las ganas”.

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