“Lewis Carroll escribió su obra discutiendo ciertas imposiciones sociales. En “Alicia” y luego en “A través del espejo” plantea subvertir valores opresivos para hombres y mujeres”, dice Guillermo Parodi, autor y director de “País de nunca jamás (ajedrez fantástico)”, que se estrena el próximo sábado a las 17 en el Teatro del Pueblo (Lavalle 3636).
El equipo de “Pajarita” y “Mandinga (la capilla del diablo)” se reúne para esta nueva pieza. Inda Buh, Gran Calibán, Guillermo Flores, Lucía Palacios, Marcelo Rodríguez y Lorena Szekely son los actores de esta travesía que toma nuestra historia reciente y desafía al espectador a soñar colectivamente, aun en medio del desencanto.
La obra despliega un juego intertextual entre la magia y el teatro y le da un lugar central a la música en vivo con el Trío “Matar un Tigre”: Juan Pablo Martini (piano), Nicolás Lastra (bandoneón) y Juan Zuberman (percusión).
Ámbito conversó con Parodi, de cara al estreno:
Periodista: ¿Cómo es hoy ese sueño colectivo? ¿Es propio de otras décadas a partir de los 70?
Guillermo Parodi: El sueño colectivo me apareció mucho en estos últimos tiempos, se hizo viral con “El eternauta” pero lo venimos pensando y diciendo, esta necesidad de reconstrucción de lo colectivo. El país no estalló todavía porque durante el último gobierno hubo reconstrucción de lo social, se formaron anticuerpos contra el avance del neoliberalismo anárquico que intenta achicar toda presencia de la actividad colectiva y estatal, estigmatizando y buscando enemigos internos. Hay dos modelos de país, uno en el que el individualismo es más marcado y otro donde el encuentro posibilita cierto crecimiento. Hemos discutido sobre esto desde los 70.
P.: ¿Cómo contribuyen a la obra los imaginarios de Houdini, María Elena Walsh, Serú Girán o Teresa Parodi? Esta reversión de Alicia con Irupé cómo se acerca y cómo se aleja de aquel texto de Lewis Carroll, aquí cuestionando relatos heredados y lógicas impuestas?
G.P.: Lewis Carroll escribió su obra también discutiendo ciertos valores e imposiciones sociales. En Alicia y luego en “A través del espejo” plantea subvertir ciertos valores opresivos para el hombre o la mujer común. En ese sentido cierta idea de atravesar un espejo y encontrarse con una casa patas para arriba donde todas las cosas están cambiadas de lugar y de significado mientras afuera hay un gran campo que es como un tablero de ajedrez. Alicia recorre como peón distintos casilleros y tiene distintos encuentros. En el prólogo de “A través del espejo” hay una jugada muy cortita y todo el relato desarrolla esa jugada. Eso a mi, que soy correntino, me sonó a los Esteros del Iberá, que es un gran espejo de agua donde hay montones de islas flotantes, es un paisaje que cambia cuando sopla el viento. Es muy peligroso si uno se interna sin conocer, se puede perder, entonces la asociación fue directa. El tablero de ajedrez con casilleros que flotan y lo vuelven más pesadillesco. Resuenan “El mundo del revés” de María Elena, “El país del no me acuerdo”, porque hay algo de laberíntico, la memoria funciona como la posibilidad de tener experiencia para no tropezar con las mismas piedras. Serú está con “Alicia en el país”. Y también hay varias cosas de mi madre.
P.: Hay fantasía, acertijo, absurdo y distorsión, ¿acaso los parámetros que signan nuestro presente?
G.P.: Estamos viviendo un momento distópico en el mundo y en este país, los funcionarios insultan y maltratan a las masas, es un mundo donde está todo trastocado.
P.: ¿Cómo es ese sentimiento de lo ominoso descripto por Freud para romper la oscuridad?
G.P.: Hay algo de perverso, monstruoso y opresivo en este sistema. Recuerdo cuando asumió este presidente que había una protesta que se iba a hacer y en los altoparlantes había una grabación que incitaba a la gente a no manifestarse. Eso sucedía en la Alemania de Hitler, el mismo modus operandi. La libertad .. ¿de qué? ¿para quién? Las leyes, quién escribe las leyes, para quiénes las escriben, estos decretos. Al mismo tiempo con este doble discurso de salvar a la Argentina, a los argentinos de bien, lo perverso esta allí. La Argentina es como una habitación oscura llena de muebles y tenemos que prender la luz para llegar al otro lado, está todo trastocado, revuelto, en tensión, atravesamos tropezando con estas cosas. La luz se enciende con lo colectivo.
¿Cómo ves el teatro y la cultura hoy?
G.P.: En franca crisis por el desmantelamiento de las instituciones que son orgullo nacional y acompañaban la producción de cultura, arte, de manera independiente, el INT, y tantas que acompañaban y permitían el desarrollo de la actividad. En estos últimos 30 años desde que le Ley de teatro se promulgó, el teatro creció y dio trabajo a mucha gente, desarrolló oficios y profesiones a lo largo del país. El intercambio entre público y espectáculos se fue construyendo a través del INT. En las provincias están acostumbrados a ver teatro , cuando hay festivales de teatro la gente compra la entrada y va, es una usina de producción teatral. Conozco bien porque dirigí el INT cuatro años. Los dineros se discutían en una mesa con los representantes de cada región, 26 festivales funcionando simultáneamente y moviendo artistas, productores, técnicos y público. El teatro es colectivo de suyo, el arte es colectivo, por eso lo quieren desmantelar, porque no quieren que nos reunamos a debatir y ser seres críticos. La cultura va a resistir y es el gran canal contra estos ataques. La obra intenta plantear las preguntas a todo esto.