La guerra arancelaria entre China y Estados Unidos sigue siendo un escenario de tensiones comerciales que marca la agenda global en lo que va del 2025. En la última semana, se han sumado dos eventos clave que configuran un nuevo capítulo en esta disputa: la eximición de algunos productos tecnológicos chinos de los aranceles impuestos por Washington y la visita del secretario del Tesoro de los Estados Unidos a Argentina. Ambos movimientos son piezas claves de una guerra económica mucho más amplia y compleja de lo que aparenta.
Eximición a productos tecnológicos chinos: ¿Tregua o reconocimiento?
De la misma manera que es imposible tapar el sol con las manos, es imposible desconocer la importancia de China en toda la cadena de producción de tecnología. Ningún país del mundo es ajeno a esta importancia, ni pude evitarse poniendo aranceles disparatados. En esta línea uno de los elementos más destacados en la última semana es la eximición de una serie de productos tecnológicos chinos de los aranceles que Estados Unidos había impuesto en el marco de su estrategia para reducir el déficit comercial y forzar cambios en las políticas económicas de Beijing. Estos productos, que van desde componentes electrónicos hasta maquinaria de última generación, son esenciales para diversas industrias estadounidenses, desde la tecnología hasta la automotriz.
Este movimiento parece indicar un reconocimiento tácito de que, a pesar de la retórica agresiva, una guerra arancelaria total contra el gigante asiático no es sostenible a largo plazo, especialmente cuando afecta la cadena de suministros de empresas claves en sectores estratégicos. Cabe preguntarse, no obstante, si esta nueva marcha atrás de la Casa Blanca es solo una estrategia para calmar los mercados y frenar presiones internas o si es un reconocimiento real de la importancia irremplazable de la tecnología China en su economía. Como sea, las tensiones no se resuelven con una simple eximición.
La visita del Secretario del Tesoro de EE. UU. a Argentina: Un movimiento estratégico en la guerra arancelaria
Como se sabe, las guerras tienen batallas, y en esta guerra arancelaria las batallas se libran en la periferia, como influencia en los mercados internos y en las economías regionales. En esta línea el segundo evento relevante, al menos para nuestro país, ha sido la reciente visita del Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scot Bessent. Aunque esta visita se presentó en términos diplomáticos y de cooperación económica, no podemos obviar que forma parte de una serie de movimientos estratégicos más amplios en el marco de la guerra arancelaria. En un contexto global donde los países latinoamericanos se están posicionando, cada vez más, como actores clave en la nueva división económica mundial, Argentina es un terreno crucial.
La visita de Bessent refleja el interés de Estados Unidos por mantener influencia sobre los países de América Latina sobre todo sabiendo que China es uno de los principales socios comerciales de Argentina, lo que convierte a este tipo de acercamientos en un intento de influir en las relaciones diplomáticas de nuestro país. Esto queda en evidencia cuando el funcionario norteamericano califica como rapaces los acuerdos entre China y Argentina, cuando en realidad la cooperación Sino-argentina, con el Swap por ejemplo, ha favorecido a la estabilidad financiera y económica de nuestro país. Habría que preguntarle al secretario del tesoro entonces, como califica los mas de 20 acuerdos firmados por Argentina con el FMI que nunca trajeron prosperidad a nuestro pueblo y solo sirvieron como mecanismos de fuga y concentración de capitales.
Este tipo de movimientos no son casuales. Estados Unidos busca reactualizar la doctrina Monroe para contrarrestar la creciente influencia económica de China, influencia siempre basada en el trato igualitario y de beneficio mutuo, la cual dista bastante, dicho sea de paso, de la “igualdad” y “beneficios” que han mostrado las relaciones que Estados Unidos ha entablado con la región a lo largo de la historia.
La guerra arancelaria entre China y Estados Unidos no se va a resolver a la brevedad, y la eximición de productos tecnológicos o la visita de Bessent son solo las piezas de un tablero de ajedrez mucho más complejo. Las decisiones sobre aranceles, las políticas comerciales, las sanciones y la diplomacia económica seguirán marcando el curso de las relaciones internacionales en el futuro cercano. En ese marco es de vital importancia una diplomacia, que lamentablemente no ofrece este gobierno, que ponga en valor los intereses nacionales, que entienda la importancia de la cooperación Sur-Sur, que bregue por un mundo de paz y de crecimiento para nuestro país y para nuestra región. Hoy mas que nunca es imprescindible fortalecer posiciones regionales, profundizar los acuerdos desde el Mercosur, y sobre todo bregar pragmáticamente por los intereses económicos de nuestro país.
* Docente de la Universidad de La plata. Presidenta de la comisión de Derechos Humanos del Parlasur