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9 mayo, 2025

Imputan a un hombre por la balacera a un cantobar de Fisherton que dejó dos muertos: un policía y un civil

El brutal ataque a balazos contra el cantobar “El Club de Taquito” del barrio Fisherton Norte, que dejó como saldo la muerte de un policía y un sobrino del dueño además de tres personas heridas, sumó un tercer acusado. Brandon Rivas, quien ya estaba preso por otros dos homicidios, fue imputado por el fiscal Alejandro Ferlazzo como uno de los que llegó al lugar acompañado de otras personas en un auto Ford Focus con vidrios polarizados y abrió fuego: fueron al menos 37 disparos de distintas armas. Dos de los parroquianos a quienes al parecer estaba dirigido el atentado sustrajeron el arma del policía herido y respondieron a tiros.

Rivas fue acusado en una audiencia de este miércoles por las muertes del suboficial Ricardo Héctor Medini, quien prestaba servicios adicionales en el cantobar de Juan B. Justo y Olmos, y de Sergio Adrián Jones, sobrino del dueño del local, ambos de 40 años. Los dos quedaron en el blanco de quienes dispararon desde un auto el 12 de febrero de 2023 alrededor de las 5 de la madrugada. Con varias heridas de bala, el primero falleció a causa de una lesión cardíaca y el segundo por un shock en la zona abdominal.

En el lugar resultaron baleadas otras tres personas, entre ellas la inspectora retirada Silvana Graciela C., de 52 años, quien al igual que Medini vestía de civil “cumpliendo un servicio privado de custodia”, se indicó entonces. Los otros heridos fueron Federico Matías G., de 28 años, y José Martín U., de 58 años y dueño del local.

En la causa hay otros dos implicados, aunque no están ligados al crimen: fueron imputados por haber sustraído el arma del oficial Medini, en medio del ataque, para repeler la agresión que partía desde el auto. Desde un principio el Ministerio Público de la Acusación indicó que la hipótesis más firme respecto de la balacera apuntaba a que habría estado dirigida contra ese grupo por una disputa ligada al narcotráfico.

Cuatro crímenes en doce días

Rivas fue imputado por el fiscal Ferlazzo por dos hechos de homicidio calificado por el concurso de más de dos personas y otros dos casos en tentativa, además de la portación de cuatro armas de guerra calibre 9 milímetros usadas en el hecho y el delito de encubrimiento, ya que se usó en el ataque un auto robado. El juez Gonzalo Pérez de Urrechu le dictó la prisión preventiva por el plazo legal de dos años.

El acusado se encontraba preso desde marzo de 2023: lo habían apresado en la pueblada que se desató en el asentamiento Los Pumitas tras el crimen del niño Máximo Jerez. Entonces fue acusado por el crimen del ladrillero Javier Pablo Fernández, de 55 años, quien fue acribillado en el patio de su casa de Nuevo Alberdi la tarde del jueves 9 de febrero de ese año.

>>Leer más: Otra imputación por homicidio para un soldadito detenido tras el crimen de Máximo Jerez

Con de 23 años, Rivas ya había sido acusado días antes por el asesinato de la almacenera María del Carmen Vidal, cometido el 1º de febrero en su comercio de Solís al 200 bis. Es decir que, según la Fiscalía, Rivas mató al menos dos personas en ocho días, según se presume, como gatillero de Brian Emanuel “Negro” Villalba, considerado el referente de una banda ligada al jefe narco Julio Andrés “Peruano” Rodríguez Granthon. Con la imputación realizada este miércoles, suman cuatro los asesinatos que le asignan haber cometido en un plazo de doce días.

El fiscal planteó en la audiencia que el doble crimen del cantobar fue cometido por un grupo de personas que cumplían órdenes de un instigador desde prisión. Además indicó que el detenido recibió el Ford Focus destinado a cometer el ataque entre el 2 y el 12 de febrero de ese año en San Martín al 1500 de Villa Gobernador Gálvez, “sabiendo que provenía de un ilícito y actuando con ánimo de lucro”.

Los sospechosos de haber sustraído la pistola Bersa Thunder del policía Medini son Maximiliano A. Sebastián H., acusados de hurto agravado, tenencia ilegal de arma y encubrimiento. En tanto que Marina Soledad F.. fue acusada por encubrimiento y dos hechos de tenencia de arma de fuego ya que en su casa en la zona de Tarragona y Schweitzer se encontró el arma reglamentaria sustraída a Medini y otra pistola sin papeles que acrediten su tenencia.

>>Leer más: Investigan qué se esconde detrás del ataque con dos muertos y tres heridos en un cantobar

Doble crimen en contexto narco

El caso fue investigado bajo la hipótesis de que existió una disputa entre dos facciones por el negocio del narcomenudeo en el barrio. Uno de los grupos es el que disparó desde el auto y el otro estaba saliendo del local donde hay un complejo de canchas de fútbol 5 y que los fines de semana, desde hacía un par de meses, abría a la noche como bailable y cantobar.

El demencial ataque ocurrió alrededor de las 5.15 cuando en el salón de Juan B. Justo 8456 y Olmos y todavía un grupo de gente despuntaba la noche entre tragos y música. Muchas personas se agolpaban en la puerta debido al calor. Entre ellos estaban los cinco heridos: los dos policías que realizaban adicionales, el propietario del negocio, su sobrino y un parroquiano.

Los atacantes al parecer buscaban a los que luego fueron acusados por el hurto del arma y a un amigo que los acompañaba. Bajo fuego, en medio de un pandemonium, uno de ellos fue quien le sacó el arma a Medini —al que también le sustrajeron la billetera— y respondió a tiros. En el lugar quedaron esparcidas 38 vainas calibre 9 milímetros y otros 19 proyectiles de plomo deformado. Horas después del hecho, a media tarde de ese domingo, los jóvenes que eran el presunto blanco esperado de la agresión fueron detenidos.

El cuerpo del suboficial Medini quedó tendido en la vereda del cantobar con dos balazos en la espalda y uno en el cráneo. En tanto que Jones fue trasladado en un auto particular al Policlínico San Martín con una herida de arma de fuego en el tórax y falleció a poco de llegar.

El policía fallecido vivía en la localidad de Pérez y prestaba servicios en la subcomisaría 21ª del barrio 7 de Septiembre. Meses antes había realizado un posteo en Facebook sobre los peligros de su trabajo en el que pedía “no morir en vano” y que alguien cuidara a los uniformados en tareas de calle: “No sé si vale la pena dejar a mi familia por un sueldo que hoy en día es de pobre”, había escrito.

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