POLÍTICA
Docentes y no-docentes paran toda la semana, afectando a facultades en las dos primeras semanas del cuatrimestre.
La Universidad Nacional de Córdoba y sus colegios preuniversitarios atraviesan una nueva semana sin clases por una medida extorsiva del gremio ADIUC. Desde el 11 al 15 de agosto, docentes y nodocentes paralizan la actividad académica en reclamo salarial y presupuestario. La protesta interrumpe el inicio del segundo cuatrimestre y afecta a miles de estudiantes.
Los colegios Monserrat y Manuel Belgrano, dependientes de la UNC, también están paralizados. El paro forma parte de un plan nacional impulsado por federaciones universitarias. La medida se produce a pocos días de la Marcha Federal Universitaria convocada en todo el país por sectores del kirchnerismo y la izquierda.
Entre las exigencias gremiales figuran más aumentos y becas a proyectos absurdos e innecesarios que no aportan valor al sistema universitario argentino. Desde ADIUC declararon que “la universidad pública sigue bajo amenaza”, mientras los alumnos pierden días de clases.
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Un paro absurdo para debatir entre ellos
En paralelo al paro, ADIUC lanzó la pintoresca y autocomplaciente actividad “¿Y ahora qué?”, un simulacro de debate para inflar egos. Entre discursos grandilocuentes y consignas vacías, discutirán la Ley de Financiamiento Universitario, ignorando la realidad de fondo.
Nación ya giró los recursos para el normal funcionamiento de las universidades, desmontando el argumento central del gremio docente. ADIUC, con paritarias permanentemente actualizadas para docentes y no docentes, insiste en victimizarse con reclamos injustificados.
En lugar de priorizar la educación, paralizan la UNC y desperdician tiempo en reuniones teatrales que solo perjudican a los estudiantes.
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Un paro injustificado que se repite en todo el país
En Buenos Aires, docentes y nodocentes de la UBA lanzan un paro de 24 horas con reclamos idénticos a los de Córdoba, sin justificación clara. Esta medida atrasará el inicio del segundo cuatrimestre en varias facultades y hospitales universitarios, afectando directamente a los estudiantes.
El martes habrá clases públicas, radios abiertas y charlas para “visibilizar” el conflicto, pero no logran compensar los días perdidos. Los críticos señalan que estas actividades son solo una excusa para mantener la protesta y no aportan soluciones reales a la educación.
En este contexto, la presión gremial vuelve a imponerse sobre el derecho de los estudiantes a una formación continua y sin interrupciones. Lejos de fomentar el diálogo, estas protestas profundizan la parálisis en las universidades más importantes del país y dañan su prestigio.
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