Una mujer con un kilo de carne. Y un procedimiento policial para meterse en un supermercado y demorar a una mujer que iba a llevarse comida sin pagar. Fue en un supermercado de zona oeste, donde llevarse un kilo de nalga por un importe de 15 mil pesos equivale a un despliegue policial, una causa judicial y cientos de recursos del Estado que están volcados a cualquier cosa menos a paliar el hambre.
No es la única. En otro super de zona norte un hombre fue detenido en los peligrosos arrestos civiles con productos de higiene personal entre sus ropas. Otro de los penosos casos de los últimos días fue en el centro, donde un hombre pagó su cuenta pero dejó los objetos de lujo que quizás no puede comprar entre sus ropas: una manteca, un chocolate, un alfajor y algunos jugos.
Los arrestos civiles de estas personas lo realiza el personal de seguridad del súper. Se trata de personas que perciben salarios que pocas veces les permiten la compra de un kilo de carne o un chocolate.
Estos casos, además de gastar los recursos del Estado al estilo Los Miserables, potencian el enfrentamiento de pobres contra pobres y dejan en claro cómo el país desciende a la miseria: no sólo la económica sino la que obliga a un trabajador mal pago a sacarle a una mujer un kilo de carne de entre las ropas.
Otro caso ocurrió la semana pasada con un hombre que se llevó una azalea tras saltar una reja. Fue perseguido, encarcelado y le dieron dos meses de prisión efectiva por la cabeza. El tipo está preso.