Era mayo de 2008 cuando Jorge Bergoglio todavía era arzobispo de Buenos Aires y fue retratado en una histórica foto que, años después, recorrería el mundo. Sentado como un pasajero más en los viejos vagones de madera de la línea A del subte, con un tapado negro que cubría la sotana y su mano posada sobre el pecho, el rostro pacífico del hombre que se convertiría en el papa Francisco quedó inmortalizado en una imagen tomada por el fotoperiodista Pablo Leguizamón.
Aquel día Bergoglio había dado una misa para familiares de víctimas de Cromañón en Plaza Once y decidió tomarse el subte para viajar hasta la Catedral Metropolitana, donde celebraría el Corpus Christi.
En el trayecto no estuvo solo. Pablo Leguizamón, un entonces joven estudiante de fotografía de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), decidió sortear obstáculos y seguirlo, sin ser consciente de que tomaría la mítica foto.
Llegar a Bergoglio no fue fácil. El fotoperiodista lo siguió hasta el andén, corrió, saltó el moliente y se trabó la mochila en el trayecto. Hubo muchos impedimentos, pero su mayor preocupación era que hasta ese momento no tenía la técnica desarrollada y el subte era un lugar muy oscuro.
Con su precaria cámara de un solo lente, se ubicó a poco más de un metro de Bergoglio y sacó varias fotos, entre ellas, el mítico retrato de quien todavía era arzobispo de Buenos Aires.
Leguizamón, que por esos años no le alcanzaba el dinero para comer ni para pagar el alquiler, intentó vender la imagen, pero fue en vano y los medios no estaban interesados en comprarla.
Así, la foto se mantuvo oculta durante cinco años y salió a la luz cuando aquel hombre sencillo, sentado en el vagón del subte A, se convirtió en el papa Francisco.
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“Tenía una maquina muy precaria, con un solo lente. Además, había poca luz y el subte se movía para todos lados. Lo tenía como a un metro y le hice imágenes, la que trasciende es esa. Él estaba un poco sorprendido porque no estaba acostumbrado a que le estén encima”, recordó hoy Leguizamón en diálogo con C5N.
No fue hasta marzo de 2013 que la foto tuvo sus frutos. Por recomendación de un amigo buscó la secuencia y empezó a ofrecerla nuevamente a los medios de comunicación. “Yo estaba medio renegado con la profesión, pero ese año la vendí a una agencia de periodismo y ahí empezó a circular”, recordó.
La viralización de la imagen fue tal que el fotógrafo no supo cómo reaccionar: “En ese momento no tenía ni para comer, no sabía cómo pagar el alquiler, y la imagen salió proyectada hasta en los Martín Fierro. La gente me llamaba por teléfono y yo no sabía ni qué responder. La foto comenzó a circular en medios internacionales, se usó en especiales y en libros. Ahora volvió a trascender, lamentablemente, por la muerte del papa Francisco”.
“Tiene una historia muy profunda. Estoy tratando de comprenderla en el tiempo. Tiene 17 años. No es lo mismo lo que me pasaba entonces que lo que me pasa ahora con respecto a esta imagen. Ahora veo a un tipo que está sentado en un vagón de subte con un montón de laburantes atrás. En ese momento no lo vi”, analizó el fotógrafo desde Viedma, Río Negro, donde se encuentra instalado desde hace varios años.
“Desde acá, la veo diferente. Como un tipo que realmente estaba profesando lo que decía. Por ahí yo estoy más cerca del punk-rock que de la Iglesia institucional. Sin embargo, soy una persona que analiza esto y veo a un tipo que hablaba de justicia social, de incluir a los excluidos y, dentro de esa estructura conservadora de la Iglesia tradicional, tenía una postura bastante disruptiva. Era realmente un líder, uno de los grandes líderes de la historia, sin dudas”, cerró.
El papa Francisco falleció el lunes 21 de abril a los 88 años. Sus restos serán despedidos desde el miércoles en la Basílica de San Pedro, donde los fieles católicos podrán acercarse a darle su último adiós.
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