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17 marzo, 2025

La industria metalúrgica de Rosario no ve cerca el final de la recesión

Pese a que la baja base de comparación comienza a jugar a favor de las estadísticas, la actividad industrial está muy lejos de ver la salida de la recesión. En el caso del sector metalúrgico, con fuerte presencia en Rosario y Santa Fe, los números siguen en rojo y con datos alarmantes. Con una capacidad instalada solo utilizada al 44%, el derrumbe de la demanda, la inflación en dólares, el peso de tarifas e impuestos y las facilidades para importar consolidan un escenario de inflexión.

Sin mochilas de deudas pero sin un horizonte cierto de recuperación, los empresarios que pueden se enganchan al tren del petróleo y el gas, otros aspiran a la tracción del agro y no pocos comienzan a trocar parte de sus líneas de producción en centros de distribución de importaciones.

“La política industrial está de moda en el mundo, menos acá”, se lamentó Rafael Catalano, presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (AIM) de Rosario durante la presentación del último informe de actividad del sector.

Fuertes caídas

Las cifras oficiales locales, que llegan hasta noviembre del año pasado, muestran que la facturación real de los locales habilitados en Rosario cayó 16,6% en el penúltimo mes de 2024 y 16,3% en el acumulado. Pero la industria se contrajo 23,1% y 26,5%, respectivamente. Y, dentro de esa actividad, la rama metalúrgica derrapó 16,6% y 25,9% anual. En el período enero-noviembre de 2024, el 82% de las subramas registró un incremento de su facturación inferior al Indice de Precios al Consumidor (IPC).

“Este grupo mayoritario con resultados negativos representó el 91% del total de ventas de la industria metalúrgica rosarina, revelando de esta manera la caída generalizada de la producción metalúrgica en la ciudad de Rosario”, señala el informe.

A nivel provincial y nacional, con cifras algo más actualizadas, aparecieron ya datos positivos pero fuertemente influenciados por la comparación contra los peores meses del nuevo ciclo político y económico. Por caso, la mejora interanual fue del 29,4% en Santa Fe durante diciembre. El mismo mes del año anterior el derrumbe había sido del 30%. En el acumulado de 2024, el índice de producción sectorial elaborado por Fisfe mostró una caída de 17,7%.

Luego de tres años de crecimiento en el nivel de ocupación, el empleo en derrumbó 3,2% interanual entre enero y noviembre del año pasado. En Santa Fe, el total de trabajadores registrados en las actividades metalúrgicas registró una disminución de 5,3% interanual en el segundo trimestre. La utilización de la capacidad instalada a nivel nacional alcanzó un promedio de 44,4%. Se trata del segundo registro más bajo de los nueve últimos años y, según Catalano, el porcentaje de maquinaria ociosa está subestimado por el actual sistema de medición.

El mapa del mercado

La evolución del sector metalúrgico difiere de acuerdo al mercado que abastece. Mientras las fábricas que proveen al agro, la minería y el petróleo mostraron subas de 33,5%, 7,2% y 2%, respectivamente, en el año 2024, las vinculadas a la cadena siderúrgica, construcción y automotriz, se derrumbaron 22,6%, 18,4% y 15,2%.

Este mapa influye en las estrategias de “adaptación” al nuevo panorama económico. María Victoria Oldani, vicepresidenta de AIM, destacó la cantidad de empresas locales que se posicionaron como proveedoras de Vaca Muerta u otros enclaves petroleros y mineros. Pero, desde el conocimiento de estar en ese camino, también advirtió que no todas las empresas, por sus características, pueden transitar esa salida. No solo es una cuestión estructural sino también de costos e infraestructura en las provincias en las que se desarrollan esas actividades. Incluyendo, el peso de impuestos como Ingreso Brutos que, “en algunos casos funcionan como aduanas internas”.

Reclamos y alternativas

Los dirigentes de AIM consideraron que, pese a los discursos, no hubo a nivel nacional grandes bajas impositivas que alivien al sector. Exhibieron un reciente trabajo de la UIA y Adimra sobre las cargas impositivas, que, con un promedio del 32% del precio del producto, llega al 40% en algunos casos. También los afecta el aumento de costos en dólares, que además le obtura la salida exportadora, y el incremento de tarifas energéticas. “La única materia prima que bajó de precio en medio de esta crisis es el de la chapa, de un nivel altísimo de u$s 4 a u$s, 0,90”, señalaron.

Pero más allá de impuestos y costos, los industriales padecen la caída del mercado de consumo. “Lo que necesitamos en este momento es demanda”, apuntó Mariano Casermeiro, secretario general de la asociación.

Sin mochila de deuda, debido a los años de fuerte actividad previos a 2024, pero agotados ya los stocks que se construyeron en aquellos años en los que eran habituales las quejas por falta de insumos y trabas a la importación, la actividad industrial se acerca a un punto de inflexión. Quienes no pueden engancharse a los nichos emergentes, comienzan a transitar la transformación de sus fábricas en un mix entre producción y distribución de productos importados.

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