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14 agosto, 2025

Otra Vuelta: historias de un camino hacia el título secundario “sin edades ni fronteras”

Juan Mantz aún recuerda aquella primera clase virtual de marzo de 2023, donde cada uno de los que se anotaron para terminar la secundaria en el programa Otra Vuelta se presentó ante el resto del curso. Allí descubrió historias similares a la suya, que por distintas circunstancias, tampoco pudieron terminar la enseñanza obligatoria. Pero que ahora gracias a este plan de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) pueden tachar un pendiente en sus vidas.

Juan es uno de los 190 graduados que este jueves a las 17.30 en el SUM de la Facultad de Arquitectura recibirá su título del secundario virtual de la UNR. Una iniciativa que comenzó a funcionar en 2022 como prueba piloto y que hoy tiene 550 alumnos cursando a través de un programa de 2 años y 6 meses de duración. Los casi 200 graduados de este jueves son los que comenzaron a cursar en 2023 e hicieron todo el ciclo completo.

Otra Vuelta posee instancias virtuales y presenciales, y utilizan herramientas de tecnología educativa del Campus Virtual de la UNR, además de tutorías a distancia y acompañamiento presencial. Los requisitos para participar son ser mayor de 18 años, haber terminado la educación primaria y completar un formulario bajo declaración jurada.

Entre el estudio y el disfrute

Juan Mantz hace un alto en su trabajo para charlar con La Capital. “Es difícil de asimilar todo esto, porque son cosas que habían quedado pendientes”, dice Juan, quien actualmente trabaja como chofer en el Ministerio de Igualdad y Desarrollo Humano.

Cuando era adolescente llegó a cursar 2° año en el comercial Manuel Belgrano (Normal 3). Después probó suerte en otras escuelas, como en La Vigil. Hasta que entre los 16 y 17 años se puso a trabajar en changas y la secundaria quedó suspendida en el tiempo.

“Esto lo he hablado con otra gente, que por cuestiones económicas, por tiempo o porque en su momento el sistema no nos contuvo también dejó los estudios”, reflexiona Mantz. En su caso, su pareja fue quien le contó de esta puerta que abría la UNR. “Me anoté, empecé en 2023 y acá estoy”, cuenta.

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El ejemplo de “lo que sí”

Recibir su título un mes antes de cumplir los 54 años a Juan lo llena de orgullo: “Se siente buenísimo, porque hasta lo disfrutamos. Uno tiene la concepción de que estudiar es sacrificio y esto fluyó de otra forma, porque lograron interesarnos para que nos adaptemos y nos dieron herramientas”.

Es que además de los contenidos propios de las materias, en este tiempo de estudio virtual y presencial en el plan Otra Vuelta pudo tener un acercamiento fluido a herramientas tecnológicas y sobre todo al trabajo en temáticas sociales que son de su interés.

Su experiencia en Otra Vuelta lo llena de felicidad: “En la UNR me hicieron sentir re cómodo. Por eso a los que no terminaron les recomiendo que lo hagan, que lo intenten, porque les va a servir no solo por el título sino para conocer personas y sentirse útiles y realizados. Y además porque hay otro al lado tuyo que te acompaña y docentes que están todo el tiempo apoyándote”.

“Todavía no caigo —dice Juan— esto es algo que me faltó toda la vida. Con el título en mano seguro me emocione. Ver todo lo que me costó y ahora estar acá es una satisfacción enorme”. Juan tiene dos hijos, uno de 23 y otro de 25. Dice que siempre sintió que ante ellos su historia era “el ejemplo de lo que no hay que hacer” (dejar de estudiar), pero que ahora puede empezar a sentirse como “el ejemplo de lo que sí”. Con el impulso de lo conseguido ahora, desde hace un tiempo viene madurando la idea de seguir una tecnicatura vinculada a lo social o fotografía profesional, otra de sus pasiones.

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>> Leer más: Terminar la secundaria después de los 17: “Estudiar transforma, a cualquier edad”

Para Carina Gerlero, secretaria académica de la UNR, el acto de este jueves no es uno más: “Primero, por lo que implica poner en valor una política que en este contexto de desvalorización de la universidad pública sostiene sus banderas para ampliar la llegada a más ciudadanos. Pero también porque el Otra Vuelta se cursa con un plan de estudio de secundario virtual que es interdisciplinar, y plantea otra forma de aprender y enseñar”.

Los estudiantes que egresan en esta camada son quienes fueron llevando adelante todo el recorrido del programa, lo que demuestra “lo valioso de una propuesta distinta a nivel curricular”.

“Lo que más nos enorgullece —agregó Gerlero— es que 190 personas acceden a su título, que son jóvenes y adultos de entre 18 y más de 70 años que logran concretar a través de esta propuesta de la UNR un sueño postergado: el de su título secundario”.

La historia de Griselda

Griselda Giménez tiene 46 años y cuando era chica solo pudo hacer hasta 2° año, en la Escuela N° 240 Lola Mora, del Fonavi de Rouillón y Seguí. El mandato familiar le puso un freno a su deseo de estudiar: “Mi mamá era partidaria de que las mujeres no tenían que ir a la escuela, se tenían que quedar en las casas. Fui igual pero como cosa mía, sin su apoyo, y cuando repetí segundo año me dijo: ‘Listo, hasta acá llegaste, no vas más'”.

Pasaron décadas de aquella historia. Hasta que en una reunión unos amigos le contaron que estaban terminando el secundario. Era febrero de 2023 y aquel sueño truncado volvió a pasar como una película frente a sus ojos. De inmediato se puso en campaña, llamó al teléfono que le pasaron y al poco tiempo empezó a cursar en una sala del Distrito Oeste, a dos cuadras de su casa.

“Yo trabajo de limpieza en casas de familia y cuando les conté que tenía que acomodarme los horarios para cursar me apoyaron y me dijeron ‘Dale para adelante'”, recuerda la flamante graduada del Otra Vuelta.

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El acompañamiento para no rendirse

El primer año lo recuerda con muchos nervios. Y la pregunta latente en su cabeza de si iba o no poder terminar esta vez la secundaria. Había pasado mucho tiempo ya. Con el paso de los meses se sintió con más confianza, con el acompañamiento de “dos profesoras espectaculares” y un grupo de compañeras con quienes forjó una profunda amistad. El 2024 lo transitó con varias complicaciones económicas y en un par de ocasiones tuvo que faltar a clases: “Creo que falté a tres clases y para mí fue un caos, porque estaba re entusiasmada”.

Este año tampoco fue fácil por los horarios y dice que en más de una ocasión pensó en decir “Hasta acá llegué”. Para esos momentos el apoyo incondicional de sus profesoras y compañeras fue fundamental. “Ellas no me dejaron rendirme y cuando me di cuenta ya había terminado”, dice Griselda, quien no descarta en un futuro estudiar comunicación social en la UNR.

Su voz se quiebra, se emociona. “Esto es un orgullo propio y es poder demostrarle a mis hijos que se puede y que no hay que bajar los brazos. Para estudiar no hay fronteras ni edades. Hay que animarse. Mucha gente me decía ‘ya sos grande, ¿para qué querés terminar la escuela, a esta edad vas a hacerlo?’. Bueno, no permitan que les digan eso, porque no hay edad para aprender. Esta experiencia fue bárbara, hasta podría decir que es una de las mejores cosas que me pasó en la vida”.

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