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7 septiembre, 2025

Relojes monumentales de campanario y en edificios públicos en Rosario: cuáles quedaron y dónde están

El paisaje urbano de Rosario tiene detalles particulares, rincones hechos de números y agujas que desde lo alto interpelan al transeúnte. Son los varios “relojes monumentales” que sobreviven en la ciudad. Y ahí asoma la curiosidad con sus preguntas: ¿cuántos hay, dónde están, cuál es el más antiguo, quiénes los mantienen en funcionamiento? Carlos Ducler es el indicado para responderlas, y lo hizo para El Ciudadano.

Carlos es relojero. Aprendió el oficio junto a su padre,  desde los 12 años en 1983 hasta en el 1991. Se perfecciona junto a con Adolfo Van de Casteele de Rosario y Alberto Selvaggi de Buenos Aires. En 2003 retoma la relojería hasta 2017. Hoy se dedica a la docencia en San Esteban, Córdoba. “Tengo unos  alumnos y hay uno que está dedicado a la relojería ya que el resto se inclinó hacia la construcción de autómatas (juguetes mecánicos)”, relata.

En el 2006, Carlos estudiaba Museología en Rosario y se puso a investigar por qué la mayoría de los grandes relojes mecánicos estaban parados. Y es que no había relojeros. En Argentina, hasta  2015, eran solo dos relojeros que viajaban por todo el país arreglándolos. Uno de ellos, precisamente, era él. Y ninguno siguió con el oficio.

En Rosario, sin embargo, hay relevo: Paolo Stenta. Es ingeniero mecánico, docente del colegio San José y discípulo de Carlos. Ahora tomó la posta de la reparación y mantenimiento de la relojería monumental.

“Todo comenzó en 2024. Ese año reparó por su cuenta el reloj la iglesia María Auxiliadora que estaba parado hacía muchos años. Es un reloj que hace muchos años arreglé. Se trabó,  Paolo encontró mi nombre en los archivos de la Iglesia,  me contactó y se logró poner en funcionamiento nuevamente”, explicó Carlos sobre Paolo.

                       Carlos Ducler y Paolo Stenta en el reloj de la Iglesia María Auxiliadora

Paolo desde lo alto del reloj de la Iglesia María Auxiliadora donde invitó a subir, conocer y poder vivenciar la experiencia frente a la estructura mecánica que da vida, hora y sonido a todo el barrio, dijo: “Este fue un primer trabajo realizado desde cero en la restauración: tanto del reloj como de los cuadrantes. Este reloj funciona de forma continua con su correspondiente mantenimiento que es cada dos meses, lleva una lubricación y un ajuste horario cuando los metales se contraen o expanden”.

                       Reloj Iglesia María Auxiliadora

                              Reloj Iglesia María Auxiliadora

                            Reloj Iglesia María Auxiliadora

Restauración de relojes mecánicos

Tras ser abandonados al deterioro, de a poco resurge la intención de recuperar esos añosos relojes de la ciudad, con alma de engranajes. Carlos aclara que ponerlos en funcionamiento es costoso, lleva mucho tiempo y, en contrapartida, no hay consenso de la prioridad de invertir recursos en revivirlos.

En los 14 años que Ducler trabajó en la reparación de esos marcadores del tiempo mecánicos estuvo a cargo del manteniendo de varios relojes en iglesias de la ciudad. Por ejemplo, el de María Auxiliadora, en Presidente Roca y  Salta. También la de Inmaculado Corazón de María, en Presidente Roca y Viamonte. Y la Santa Rosa de Lima, en calle Mendoza entre Corrientes y Entre Ríos. Además, en la de Lourdes, ubicada en Santiago y Mendoza.

Reloj de Parroquia Inmaculado Corazón de María en Viamonte y Presidente Roca- Foto Juan José García

Reloj en la Iglesia Santa Rosa de Lima- Foto Juan José García

Reloj en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes- Mendoza y Santiago- Foto: Juan José García

Carlos también reparó la relojería monumental que coronaba la fachada de la desparecida relojería Sudamericana. Parece un sinsentido, pero el dueño del comercio ya era muy mayor entonces y por eso lo contrató.

Relojería Sudamericana estaba en 3 de Febrero al 533. El edificio fue demolido, y no quedan rastros de la que fue la más importante del país en los grandes relojes.

                                                                                                                                         Relojería Sudamericana

Pocos lo recuerdan, pero en la terraza del negocio había un juego de 5 campanas, cada una con tonos diferentes que formaban una escala musical. Es lo que se conoce como carillón. El mecanismo de relojería estaba sincronizado con los dispositivos de los martillos que golpeaban sobre las campanas. El sonido resultante anunciaba cada cuarto de hora.

Debajo de esa combinación de mecanismos, el frente de la Sudamericana, como el de las otras relojerías de la época, lucía el característico reloj circular, de gran círculo blanco y largas agujas. Tras la demolición del inmueble, todo eso se trasladó al Museo de la Ciudad.

El dueño  de la relojería Sudamericana, Adolfo Van de Casteele, trabajó hasta 1995 para la Municipalidad de Rosario refaccionando algunos relojes monumentales. Pero luego de que se jubilara, su sucesor fue  Alcides Cornier desde 1995 a 2017 aproximadamente, él hizo mantenimiento de algunas máquinas originales y reemplazó otras.

Luego, a partir de 2018 la municipalidad contrata a Gnomon Relojes Monumentales, que comenzaron a reemplazar los mecanismos originales por sistemas electrónicos, dejando sólo el aspecto exterior original. Abandonados a su suerte, muchos quedaron quietos y perdieron su protagonismo en el escenario urbano. A partir de septiembre Paolo, discípulo de Carlos comenzará a trabajar en la Municipalidad para que cobre vida nuevamente muchos de ellos.

Relojes públicos de columnas de hormigón

Los que engalanaban la ciudad fueron  instalados entre 1943 y 1945. Se encuentran en avenida Belgrano y Sargento Cabral, en 27 de Febrero y Oroño, en Pellegrini y Oroño y frente al Cementerio La Piedad, entre otros sitios.

                       Reloj Plaza San Martin- Foto Juan José García

                      Reloj Pellegrini y 27 de Febrero- Foto Juan José García

                            Reloj Pellegrini y Oroño- Foto Juan José García

                        Reloj público frente a la Aduana- Foto Juan José García

Las estructuras de hormigón las fabricaban una empresa ubicada en Ovidio Lagos al 5000 que se llama Facar que hace hormigón premoldeado.

En 1937, Van de Casteele había hecho instalar un modelo de prueba en la Plaza Bélgica de Necochea y Zeballos. La columna que lo soportaba era de fundición.

Paolo Stenta contó que a partir de septiembre de este 2025 comenzará con un contrato de la Municipalidad a realizar el mantenimiento de dichos relojes públicos.

¿Cómo se realiza el mantenimiento de los relojes antiguos?

Los relojes mecánicos antiguos, enfatizó Ducler, necesitan mantenimiento constante. Algunos son a cuerda y hay que tensar esa fuente de energía mecánica una vez a la semana. De forma manual, todo un problema. A otros, en cambio, les acoplaron un motor eléctrico que hace el trabajo de forma automática.

Carlos señala que los relojes de la Municipalidad, el de Santa Rosa de Lima, el de la Terminal de Ómnibus, el de la Facultad de Derecho de la UNR, el de Lourdes y los que se ven montados en columnas de hormigón ya no conservan sus máquinas originales. Fueron reemplazadas por sistemas computarizados, aunque su aspecto exterior es el original.

Paolo Stenta Acciardi se ocupa de los dos únicos relojes mecánicos antiguos aún en marcha: el de María Auxiliadora y el de Inmaculado Corazón de María.

                                    Reloj de Iglesia María Auxiliadora- Foto: Juan José García

                             Paolo Stenta en el Colegio San José donde se ve el reloj de la torre- Foto: Juan José Cavalcante

“Comencé hace dos años con los relojes monumentales o de torre que son una aplicación directa, por sus piezas, a lo que es la ingeniera mecánica. Entré al oficio y continúo interiorizándome. En el camino me encontré a Carlos, que hoy es mi profesor”, expresó.

Paolo lleva a cabo el mantenimiento del reloj de la torre de la Parroquia María Auxiliadora. En la página web del colegio San José figura su nombre y su trabajo y además se relata la historia del reloj: inaugurado en 1942 fue creado por Louis-Delphin Odobey, un maestro relojero francés heredero de una familia de relojeros campesinos que fundó lo que se convertiría en una de las casas arquitectónicas de relojería más importantes de Francia.

El reloj, modelo más completo de su época, cuenta con cuerda para 8 días, campana horaria con repetición y campana de un cuarto de hora. Su estructura de acero decorada con molduras y barnizada de negro con adornos de bronce, alberga engranajes de cobre, engranajes de sonería de 30 centímetros de diámetro y piñones de acero. Un verdadero tesoro de la ingeniería, se puede leer en Internet.

Relojes antiguos, ¿cuál es el más viejo?

Carlos divide a la relojería en tres segmentos. Uno es el de la pequeña, la que incluye los aparatos portátiles, de pulsera y de bolsillo. Ducler trabajó en ellos con su papá hasta los 20 años. Cuando tenía 31, en 2003, pasó a la relojería de sala, que es la de los dispositivos a péndulo, de mesa y de pared. El último grupo es el de la relojería monumental. Allí incursionó a partir del 2006.

De los relojes de sala, dice, el más antiguo es el que está en el Museo Estévez. “Es de 1790, de origen inglés, un reloj muy artesanal”, describió.

También mencionó que en la Catedral hay registros de un reloj que data de 1855, a cargo del herrero italiano Juan Barbagelata. Fue instalado el 12 de febrero de 1860, aunque la máquina no marchó con regularidad por mucho tiempo. En 1870, fue reemplazado por otro de origen italiano y muy económico. Tal vez por barato, tampoco funcionó muy bien. En 1890 se repararon  las dos torres y se terminaron los problemas. Pero fue porque se retiró definitivamente la idea de que allí hubiera un reloj.

De los relojes monumentales que aún sobreviven en la ciudad, sigue Ducler, el más antiguo data de 1870/1872 y es el que daba la hora oficial en la Estación Rosario Central. La torre se construyó en 1890 y se utilizó otro reloj de origen inglés sellado con la firma Dent, la mismo que fabricó el de la torre Big Ben de Londres.

De ese año es también el que está en el Palacio Municipal, de origen francés, hoy abandonado.

El reloj de la Facultad de Derecho es un gran misterio para Ducler. Recordó que fue adquirido en 1890 y estuvo en 35 años abandonado en un galpón. Hasta que se instaló en 1925. “Yo lo investigué. Tiene mucha de similitud que el reloj que se desmontó de un castillo en Francia”, advirtió. Su presunción es que fue comprado con varios años de uso. Si su hipótesis es correcta, dice, el aparato data de 1850. Y así sería el más antiguo de la ciudad.

Sin embargo, está irrecuperable. Ducler lamenta que haya sido saqueado y que, para recuperarlo, se necesite un enorme trabajo de ingeniería.

Reloj Facultad de Derecho- Foto Juan José García

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