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5 mayo, 2025

Tenis: Rafael y Toni Nadal son tan argentinos como el dulce de leche

Rafael y Toni Nadal son argentinos, tan argentinos como el alfajor, la birome o el dulce de leche. Dicho así podría pensarse que al ex tenista mallorquín y su tío les concedieron la ciudadanía, pero no, Rafael y Antonio Nadal son dos hermanos de 16 años que viven en la vecina localidad de Ricardone y que por un capricho del destino o un designio ancestral, también juegan al tenis como el ex integrante del Big Three.

Esta historia comienza en 2008 cuando Diego Nadal, el padre de los gemelos, viajó a las Islas Baleares para saber si realmente había en algún punto una conexión familiar con el mejor tenista de la historia en polvo de ladrillo.

“Empezamos a averiguar porque mi papá tenía un asombroso parecido físico con Rafa y sus orígenes también estaban en Manacor”, confesó Diego para luego contar: “Lo primero que hice fue contactarme con el abuelo de Rafa, quien nos recibió junto a su mujer, Isabel. Fuimos a la Catedral de Manacor y allí pudimos averiguar que había un parentesco lejano, calculá que mi abuelo vino a la Argentina cuando tenía 15 años y después hubo cuatro generaciones más que abrieron el árbol genealógico. Manacor hoy en día tiene 30 mil habitantes, así que imagínate que en 1880 eran muy poquitos”.

Continuando con la historia, Diego contó: “ahí nos enteramos que en Mallorca hay una tradición en la que al primer hijo varón le tenés que poner el nombre del abuelo paterno y al segundo el del abuelo materno. Por eso Rafael Nadal se llama igual que su abuelo. Los españoles usan mucho el doble apellido porque al haber tantos con el mismo nombre y apellido se diferencian con el segundo apellido, que vendría a ser el de la madre”.

“La persona que nos atendió sacó varios biblioratos inmensos para buscar, ya que nosotros solamente teníamos la fecha de nacimiento de mi bisabuelo. Así encontramos al padre, sabiendo que su primer hijo se llamaba Rafael Nadal. Así pudimos reconstruir el árbol familiar”, recordó Diego, quien además contó que estuvo con Miguel Ángel, el tío de Rafa que jugó 18 temporadas consecutivas en la Liga Española de Fútbol y representó a su país en el Mundial 2002 de Corea del Sur-Japón y que también tuvo un pasado como tenista.

También estuvo con el padre del tenista que supo cosechar 92 consagraciones individuales que incluyen 14 títulos ganados en el Abierto de Francia, el mítico Roland Garros, y fue precisamente su progenitor quien gestionó el encuentro entre él y su pariente lejano argentino nada menos que en París. “Recuerdo que en ese entonces Rodrigo Palacio jugaba en Boca y le llevé esa camiseta de regalo”, comentó Diego.

Lejos de llegar a su fin, la historia continuó. “A los dos meses que volvimos de ese viaje, Natalia, mi mujer, quedó embarazada de gemelos, seguí con el envión. En 2009 nacieron mis hijos y les puse Rafael y Antonio, porque si eran varones los nombres los elegía yo, y si eran mujeres lo elegía ella”, reveló Diego.

A la cancha

La carrera de los mellizos Nadal arrancó a los cuatro años. Su padre es fanático del tenis y por otro lado no era muy afecto a llevarlos a partidos de fútbol, ya que no le gustaba ver el ambiente violento de padres gritando a sus hijos, a los rivales y al réferi; y como muy cerca de su casa están las canchas de tenis de Juan Carlos “Pato” García y los chicos empezaron a jugar ahí, en Casa Tenis Ricardone.

Fue precisamente allí, donde tanto el profesor como el propio Diego se dieron cuenta que Rafael era zurdo como el multicampeón mallorquín. Esa curiosidad la detectaron cuando el coach les dio las raquetas por primera vez, Toni la agarró con la derecha, y Rafael con la zurda. “No puede ser que justo el que se llama Rafael te salga zurdo”, le comentó el entrenador al padre. Sorprendidos, probaron varias veces en las clases sucesivas cuando el entrenador le apuntaba con la raqueta para que Rafa la tome con su mano derecha, pero no hubo caso, él la seguía agarrando con la izquierda.

Allí empezaron a jugar, iban una o dos veces por semana, tomando el tenis como una diversión, de manera social.

“Empezamos a jugar a los cuatro años con mi hermano. Nos gustó y a los nueve nos fuimos a entrenar a San Lorenzo. Recién a los 12 comenzamos a competir”, destacó Rafael, quien aseguró: “No me incomoda llevar este nombre, lo vivo tranquilo”.

Fueron pasando los años y los gemelos siguieron creciendo. A los 9 años empezaron a entrenar en San Lorenzo y recién a los 12 empezaron a competir. Luego tuvieron un paso por la Academia de Eduardo Schwank, en Roldán, hasta que hace aproximadamente un año el chip cambió y de jugar por jugar apostaron por empezar a transitar el camino para ser profesionales. Hoy por hoy, entrenan con César Ayala, padre de Lourdes, una de las jóvenes promesas del tenis femenino de la región.

Por las mañanas asisten a la escuela EESO 1548 de Ricardone, donde cursan 4° año, y por la tarde entrenan todos los días, de lunes a viernes para competir los fines de semana.

En cuanto a lo tenístico, el mejor golpe de Rafa es la derecha mientras que Toni se siente más cómodo con el revés.

A la hora de revelar sus objetivos, tanto Rafael como Antonio destacaron que están empezando a jugar en PRO Tour y que pretenden competir más, lo máximo que se pueda para poder subir en el ranking.

“Queremos ser profesionales, vivir del tenis… jugar en Roland Garros es nuestro mayor sueño”, destacaron ambos hermanos a manera de declaración de principios.

Durante las últimas dos décadas el mundo del tenis fue testigo de un dominio sin precedentes de tres estrellas del deporte, con Roger Federer, Novak Djokovic y Rafael Nadal. Los gemelos, a la hora de tomar parte por uno de tres tenistas que componen el Big Three, se volcaron a favor de Djokovic, diciendo que el serbio es, en los números, el mejor (algo que es irrevocable) pero que el ídolo para los dos es Rafa, “por su mentalidad y porque es Nadal, como nosotros”, como afirmaron a dúo.

Suelen jugar juntos en dobles, pero también se enfrentaron entre ellos. Y en ese historial de enfrentamientos, en distintos torneos se midieron cinco veces, y en todas ganó Rafael.

Jugando dobles se sienten cómodos juntos, ya que uno es derecho y el otro zurdo. “Antes, cuando éramos más chicos, nos vivíamos peleando y nos enojábamos mucho”, confesaron a dúo como si las rencillas hubieran terminado. Se respetan mutuamente pero, como cualquier pareja de hermanos, los reproches y las gastadas, por alguna pelotita que no entró o un golpe mal dado, hoy por hoy continúan fuera de la cancha, en la mesa familiar de una casa donde, por sobre todas las cosas, se respira tenis.

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