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13 julio, 2025

“Tiburón” cumple 50 años: el documental sobre la película que redefinió Hollywood

El 20 de junio de 1957, en vísperas del verano del hemisferio norte, “Tiburón” llegó a los cines y cambió la historia de Hollywood y de los mares. Se convirtió en la película más taquillera de la historia hasta ese momento y modificó para siempre la percepción sobre los tiburones. Para celebrar 50 años del estreno, se lanzó el único documental autorizado sobre el filme devenido fenómeno cultural. Desde el 10 de julio pasado, está disponible en la plataforma Disney+.

Dirigido por Laurent Bouzereau, “Tiburón: la historia de un clásico” repasa, a través de imágenes y entrevistas exclusivas, la construcción del mito, desde la novela best-seller de Peter Benchley hasta las repercusiones en la cultura popular, el cine y la conservación de los tiburones.

En el centro del relato, está por supuesto Steven Spielberg, quien tenía 26 años cuando decidió aceptar el proyecto de adaptar la obra de Benchley. Como buen joven cineasta con grandes aspiraciones e ideas claras, se puso firme con la decisión de filmar en el mar y no en un tanque de estudio. También logró que el estudio le diera control sobre el corte final, algo impensado para alguien que estaba ante la segunda película de su carrera.

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El tiburón que no se ve

Algunos detalles clave del detrás de escena de “Tiburón” son bastante conocidos, sobre todo porque en cierta forma explican el suceso del filme. Y todos tienen que ver con Spielberg. El dato saliente es que fue la primera película que se filmó en el océano, lo cual por supuesto generó complicaciones y demandó una extensión del rodaje. El presupuesto inicial creció más del doble (de 4 a 9 millones de dólares, un número muy moderado para los estándares actuales de la industria) y se dice que Universal consideró cancelar la producción.

Un problema clave fue que el tiburón mecánico que oficiaba del famoso monstruo de los mares no funcionaba del todo bien. Por eso, Spielberg decidió prescindir del aparato lo más posible y construir la tensión sin necesidad de mostrar el tiburón. En el total de 124 minutos de metraje, el tiburón mecánico se ve durante sólo cuatro. Y aparece en pantalla recién después de una hora entrado el film.

La presencia predadora y elusiva del animal es fundamental en la propuesta y es completamente efectiva al momento de transmitir a los espectadores el miedo de los personajes. Dos elementos clave para completar esta tarea cinematográfica fueron el montaje y el sonido. No casualmente “Tiburón” ganó tres premios Oscar: Mejor Edición (Verna Fields), Mejor Edición de Sonido y Mejor Banda Sonora (John Williams).

La banda sonora de Williams merece un párrafo aparte. Como casi todos sus trabajos, la música se convirtió en sinónimo de la película y en una de sus características definitorias. Incluso quienes nunca vieron “Tiburón” conocen la música de “Tiburón”. Solo hace falta canturrear dos notas en una cadencia particular para que la referencia aparezca clara e inequívoca.

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“Tiburón: la historia de un clásico” ofrece una mirada íntima hacia lo caótico y lo brillante de la construcción de la película, con material inédito de los archivos personales de Spielberg y Benchley, incluyendo videos caseros y tomas descartadas muy poco conocidas.

Además de Spielberg, el documental incluye entrevistas exclusivas al elenco y al equipo originales: Joe Alves (diseñador de producción), Jonathan Filley (Cassidy), Lorraine Gary (Ellen Brody), Carl Gottlieb (Meadows, guionista), Jeffrey Kramer (Hendricks), Ian Shaw (el hijo de Robert Shaw, quien interpretó a Quint), Jeffrey Voorhees (Alex Kintner) y, como no podía ser de otra manera, John Williams.

Pero “Tiburón: la historia de un clásico” es mucho más que un documental del detrás de cámaras, es una celebración del legado que la película dejó en la industria cinematográfica y en la ciencia oceanográfica. Por un lado, incluye reflexiones de realizadores contemporáneos y grandes fanáticos de la película, como J.J. Abrams, Emily Blunt, James Cameron, Cameron Crowe, George Lucas, Jordan Peele, Steven Soderbergh, Guillermo del Toro, y Robert Zemeckis, entre otros.

El efecto “Tiburón” y su revés

Por otro lado, destacados referentes del conservacionismo marítimo cuentan cómo el “efecto Tiburón” (una ola de miedo global a estos animales) se transformó con el paso de los años en fascinación, admiración y respeto.

Estrenada justo antes del comienzo del verano, la película de Spielberg hizo que muchas personas cambiaran fundamentalmente su relación con el océano. El pánico a que un tiburón blanco apareciera de pronto a aterrorizar cualquier playa del mundo se generalizó. Como contracara, creció desmesuradamente el número de personas que se interesaron por salir a cazar tiburones a lo Quint (el personaje de Robert Shaw en la ficción). También dio lugar a todo un subgénero de explotación, el sharkploitation, que dio lugar a producciones absurdas como “Sharknado” (la saga que inventó el fenómeno meteorológico de un tornado de tiburones).

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A pesar de estas consecuencias no muy positivas, la película generó una curiosidad sostenida por los tiburones, lo cual facilitó la llegada las narrativas de redención por parte de la ciencia. El dato es llamativo, contundente y divertido: en Estados Unidos, hay menos chances de ser mordido por un tiburón que de ser mordido por un neoyorkino. En el resto del mundo, hay menos chances de ser atacado por un tiburón que de ser alcanzado por un rayo. Los temibles depredadores del océano, criaturas ancestrales que datan de antes de los dinosaurios, no tienen mucho interés por los humanos salvo que sean provocados.

En ese sentido, junto a las entrevistas al elenco y el equipo, el documental también presenta los testimonios muy potentes de Wendy Benchley, la esposa de Peter Benchley, reconocida activista en defensa de los tiburones y por las políticas oceánicas. Los hijos y el hermano del autor de la novela original cuentan una historia poco conocida de la inspiración real detrás de la exitosa novela que lo inició todo.

“Tiburón: la historia de un clásico” es un viaje imperdible al corazón de una película que marcó hasta a quienes no la vieron. Una carta de amor al cine y a los tiburones.

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